domingo, 21 de diciembre de 2014

Vivir un ahora

  Transforma la voluntad desde su atalaya de magnitud inmutable, el del silencio y su belleza, el de la espera y el desespero, el recobrado y su pérdida, el de la memoria y su olvido, el ausente y muerto, el que pasa y el que está por llegar, siempre el mismo en sus infinitos disfraces, el tiempo y su heredera la esperanza.


  Hoy que el tiempo abandonó mi tiempo aún despellejo cada momento de su paso, cada bofetada de sensaciones devueltas y cada mimo que impregnó su huella, aún paladeo las nerviosas ilusiones que quedan por llegar sin saber si serán mojicones en el  espíritu o arrumacos en las entrañas, oleadas de puertas cerradas en su devenir y portones de par en par en su porvenir, sin caer en la cuenta de la plenitud del momento y la laxitud de la memoria, el ahora pleno de emociones que sucumbe a la incertidumbre posterior.

  Vivir un ahora, lo que ya no es y lo que aún no es en un instante, esencia del tiempo sin ser tiempo en sí, somos desde el tiempo y seremos para el tiempo en este momento que es sustancia temporal de amnesia etérea.

  Y aún en su querencia al olvido te seduce su magnetismo de incertidumbre, su hermosa mirada extraviada en el futuro, el reto vigorizante de la rebeldía para poder influir en su suceso. Esperas el tiempo impaciente sin saber por dónde circulará ni la intensidad ni el tranco de su rastro y siempre es la misma sensación nerviosa de que todo lo bueno está por llegar, bendita ingenuidad de paranoica inocencia.

  El tiempo, ese que en su espera te saca lajas del alma.

martes, 21 de octubre de 2014

Y Walt Disney se hizo adulto

Silenció el espejo mágico su cantinela machacona y la manzana sembró ponzoña de blancas sienes parando la timba de los siete con el premio de la liga resbalando en la entrepierna, ya sus mentiras buscan acomodo en las espaldas, donde la soga justiciera no puede cercenar el apéndice enhiesto de un Pinocho impenitente y lujurioso.
 
 
Las orejas de Dumbo, alelado en su candidez, son incapaces de levantar el vuelo agarrotadas por el peso de la conciencia ajena apartada de la ética y con la moral propia de estrella del circo. Hasta a Bambi le salieron cuernos viendo a Flor junto a Tambor en la cama de la indecencia absoluta intercambiando instintos como humanos.
 
Se cansó el Príncipe de su fijación fetichista con Cenicienta cuando sus pies se cuajaron de callos y durezas de tanto pasear alardeando su tiránica belleza, embaucado a su vez por el conejo blanco de Alicia asomado a su madriguera del país de las alcantarillas, donde lo superfluo se hace dogma y lo absurdo lógico, ese país de nunca cenar donde Peter Pan crece sin superarse nunca, donde las damas consortes son más consortes que nunca y los vagabundos andrajosos más andrajosos, allí donde la pasta no termina en un cándido beso.
 
El Hada olvidada danza ante el fuego fatuo de la durmiente Aurora inerte y amortajada por un perseverante Felipe distraído del ósculo salvador por la exuberante capa negra y blanca que le ofrece Cruella y el esfuerzo de arrancar a Excalibur de su cárcel pétrea y así poseer el poder absoluto de la vanidad.
 
Ya no amamantan lobas a niños perdidos en la selva de cemento, los devoran con la ignorancia, ni perviven ladrones que desvalijan ricos para repartir el botín a los pobres, se acomodan en su saqueo. Ya los cantos de sirenas no te salvan en la orilla, te sumergen mar adentro en un lascivo aquelarre, donde las bellas son bestias y las bestias cafres bailando la orgía de la sangre. Ya el genio de la lámpara no te ofrece tres deseos, te secuestra la esperanza al son de tu conveniencia; Scar batió a Simba entregándose con desenfreno a la bacanal con el harén ajeno y sucumbió Pocahontas a los encantos de Smith desamparando a su pueblo.
 
Tocan a muerto las campanas jorobadas de la torre de la vida, fatigada por la hercúlea pelea con la supervivencia y el hartazgo de las bruces chocando siempre con las mismas murallas, hordas displicentes de amigos y enemigos disfrazados de Hunos pendencieros.
 
Pero aún en el horizonte se vislumbra la única verdad cierta, la esperanza platónica de la inmutable realidad del ideal.

viernes, 10 de octubre de 2014

Réquiem por una compañera

Yacen tus recuerdos ahogados en el fondo del abandono y la desidia, ya no te cubre el polvo de la indiferencia ni ves pasar con resignación la vida ajena ante tus ojos, esperando disfrutar de la libertad viajera para la que naciste.

 
Ahora buceas en el lodo nauseabundo que emerge de los usillos en busca de un destino digno, llorando la amargura de tu reposo infinito que ni buscaste ni te merecías, en el que te viste sumergida y por el que llorabas agriamente antes de que tu rugido sordo se convirtiera en silencio perpetuo.
 
Disfruté junto a ti de la sensualidad de tus curvas, la dulzura de tu agarre y el desenfreno de tus caricias, la música de tu aullido al pedirte que te entregaras más al desafío del tumbado horizonte que se abría ante nosotros aún resuena en mis oídos como la banda armónica de lo prohibido, como la primera vez que con miedo te poseí y sentí mi piel volar al cielo siento ahora mi alma zozobrando junto a tu frío cuerpo inerte.
 
Sí querida compañera, llegó tu fin de la forma más cruel, quieta, inmersa, sin posibilidad alguna de defenderte como tú sólo sabías, como tú querrías que hubiera llegado, con tu cabeza al frente desafiando al viento y a la gravedad, ramoneando las nubes y vacilando a la tierra.
 
Aún recuerdo cuando te conquisté. Fui buscando a otra y al verte impregnada de sensualidad y sencillez supe que habías nacido para mí, que serías mía contra viento y marea, refinada en tus andares e impúdica en la intimidad, sensitiva al tacto y lasciva en el engaste, sin duda naciste para mí. Juntos recorrimos espacios impensables y momentos irrepetibles con el libertinaje que da la osadía y la conjunción perfecta de cuerpo y alma.
 
Ahora me siento ingrato cuando a tus primeros achaques me retiré de tu vida, dejándote arrumbada en tu desencanto y olvidándote en un rincón oscuro y encapotada por el polvo de la indolencia, ahora peno tu pérdida y el desconsuelo de tu adiós sin despedida, hundida como el sepulcro de mis entrañas.
 
 
Hoy llegó tu fin querida compañera, el llanto infinito de aquellas nubes que enfrentaste alegre te sepultan en el fondo de tu entierro en vida, ahogada en un pozo negro, inundada y vencida.
 
Y yo, infiel y olvidadizo, inmolo mis sueños de volverte a cabalgar con el viento en la cara impregnado de bencina.

martes, 7 de octubre de 2014

Erre que erré con el protocolo

Tranquilos todos, que el pánico no cunda... ¡Españoles! Se está aplicando el protocolo.

Ese mismo protocolo que se activó para traer un enfermo terminal de ébola desde África a España a una unidad desmantelada y con sus miembros dispersos en varios destinos diferentes. Miembros que a su vez predicaban en el desierto que no tenían medios suficientes para actuar y aún así actuaron.

 
Ese mismo protocolo que mandó de vacaciones a una auxiliar de enfermería, que estuvo en contacto con ese enfermo de ébola, con claros síntomas de poder haber contraído la enfermedad, por no superar los 38,6º de fiebre, donde está establecida la barrera, claro 38,5º no es indicio de haberla contraído, aún teniendo otras sintomatologías.
 
Ese mismo protocolo que deriva a la auxiliar del Hospital ya preparado para estas emergencias a otro que no posee las más mínima adecuación, mezclando a una posible contagiada con la población restante.
 
Ese mismo protocolo que señala la forma de mantener aislados a los enfermos de ébola y de los trajes que han de llevar los sanitarios en contacto con ellos, sin que se cumpla con la rigidez que el caso precisa.
 
Ese mismo protocolo que oculta nuevos casos de ébola, que muy próximamente saldrán, para estudiar la forma en la que engañarnos para no asumir que ese protocolo en España no funciona, porque es el país de las chapuzas, donde la venta de humo es el  objetivo del Gobierno y su inhalación el deporte nacional.
 
Ese protocolo que señala que aquí no dimite nadie y mucho menos se le cesa fulminantemente, aunque su nefasta gestión pueda provocar una pandemia de dimensiones incalculable. Y ojo que en Europa ya están con las orejas tiesas, ¿cierres de fronteras?, ¿nueva recesión en la economía?
 
Será que no soy español, porque tengo pánico... ¡Aún siguen aplicando el protocolo!

domingo, 5 de octubre de 2014

Extrema y dura al Olímpico, a ver qué coño salía

Allí iba yo, de negro zaíno como mandan los cánones, y de negro el humor por los aparcamientos; "¡tranquilo Manuel, que todavía hay tiempo!", "es la ratonera esta que me tiene negro y el calor que hace", un recinto deportivo que quedó para conciertos cuando Madrid nos jodió el invento, qué mala es la envidia, bueno al loco de turno que arruinó el presupuesto. El de esta noche, Extremoduro en el horizonte, era como para llegar mirando la muñeca donde reposan las horas y perderte a diestra y siniestra el espectáculo previo.


Marabunta hacia el Estadio Olímpico, "¿Olim... qué? ", ¡pico!, de pico y pala al de la idea de este desatino de cemento, hierba y tartán, hasta que las pústulas de sus manos queden Rojas y las horas de su pena en Marcos de madera rancia; jóvenes de vidriosos ojos, talluditos de quebrado aspecto, maduritos de vidriosas canas y hasta abuelas de pañuelo al pelo con su camiseta de desgarro heavy y la chepa más doblada que la alcayata que sostiene mi razón, más cerveza de la pensada y menos humo alegre del esperado. Incidentes: cero, la gente de bien nada tiene que ver con melenas, tatuajes, rotos ni arreglos, ni lo siniestro con el negro.
 
Ya en el cogollo la fusión de lo tranquilo con lo marchoso y los cuerpos inquietos, resultado: marchosos todos; la abuela la primera, que la veteranía es un grado. Un sonido impecable para el recinto y un impoluto recinto para un concierto, ¿no era Olímpico? "Te quié'i yá Alejandrito".
 


"Poema Sobrecogido".
 
Lujuria musical, con sonidos a veces extremo, a veces duro, pero sobre todo pedigrí de rock intravenoso, duelos de guitarras, bajo y batería delirando los genios y sus instrumentos, las letras eran poesía angulosa y quebradiza esparramada al viento de Sevilla, y entre ellos, solos de teclados que apaciguaban el alma y apoyo de guitarra que exaltaban los sentidos, los brazos agitados sacudiendo el cuerpo y las voces alzando "Ama", "Qué borde era mi valle", "La vereda de la puerta de atrás", "Poema sobrecogido", "Jesucristo García", "Salir", "Dulce introducción al caos", "Puta"... ¡tus muertos! (¡ay!, perdón que esto es para el ingenio de morteros y argamasas), pero sí, ¡sus muertos, qué bueno que son! No había cansancio en el escenario y mucho menos en la concurrencia, en éxtasis y extasiados, tres horas de concierto para evadirte con la música, a veces sinfónica, a veces de reposada balada.
 


"Dulce Introducción al Caos".
 
Extremoduro de puro extremo en su amplio espectro. Qué exquisito es el rock cuando la calidad se trabaja con ganas y la compañía es un lujo para los sentidos.

martes, 10 de junio de 2014

Regia democracia

Fluye sangre azul entre las venas de la inamovible Constitución, la tinta indeleble de cada rincón de sus inmaculadas páginas, cosidas con los hilos de oro y el lomo a fuego; impenetrable, inviolable... indescifrable. Encadenada la voluntad democrática con el Título Dos en las muñecas y el Diez en los tobillos, grilletes lacrados con las llaves fondeadas... matarile, rile, rile.
 
 
En la crónica de una abdicación anunciada salen sus cancerberos enseñando dientes y gruñendo su rígida flexibilidad, un acto de normalidad democrática la herencia sanguínea y sálica de la institución garante de la unidad y permanencia nacional, literalidad cómica de los estragos de la consanguinidad, por encima del arbitrio interpretativo de vivienda, educación, reunión y vida, derechos de pernada.
 
Danza nerviosa de elefantes que hacen temblar los cimientos armados que sostienen la casta gobernante, rellenando de excrementos las grietas que el temblor se encarga de agrandar, aforamiento con prisas que aunque rellenas huelen a podredumbre hedionda y tratamiento soberano de por vida, pestilente todo y todo ambientado de flor de lis.
 
Y a la ventana de palacio se asoma el heredero de la democracia más instruido, intervenido de lobotomía constitucional por las mayorías alternantes, vividores todos de los servicios prestados y el pueblo aclama, el pueblo desaprueba. El pueblo calla, a Rey vivito y cojeando, Rey impuesto; casta y coraje.
 
Pero qué bien lo hicieron los padres constituyentes y se marcharon entonando... matarile, rile, ron.

domingo, 18 de mayo de 2014

Donde habita el olvido

Cavernosos gusarapos van trepando sus miembros suspendidos en caída libre, husmeando las entrañas, putrefactas de tanto deambular entre sombras de ausencia, indagando en lo más recóndito un resquicio vulnerable por donde asaltar su voluntad.

 
Una imagen borrosa, sonidos de remos chapoteando contra la nada y una brisa con olores que, de tan lejanos, huelen a inexistencia sentencian el destierro de la esperanza de un pasado presente en un bucle onírico procreándose en el infinito.
 
Dos delfines danzando el baile de la incomprensión, apartados por el bardal invisible de jergas antagónicas entre lo oculto y la confianza, entre las dudas tuertas y el dogma ciego, bellos saltos en equilibrios inestables sobre géminis místico.
 
Delirios temerosos del entendimiento ido golpeando lúcidas ensoñaciones en la razón relajada por el abatimiento y la extenuación emocional, reposada en el lecho calmo del lugar sombrío donde habita el olvido.

domingo, 5 de enero de 2014

La ilusión de Baltasar

Ya hace mucho tiempo que uno dejó de ser un niño, de esperar impaciente y aterrorizado, con la sábana como capucha y de espaldas a la puerta, que apareciera la luz del día de un Día de Reyes, deseando que, ese año sí, por fin, estuviese el garaje y gasolinera de coches que tanto ansiaba, la ilusión de todos los años que, uno tras otro, se desvanecía al contemplar los regalos.
 
 
No, no es que tuviera Reyes escasos, más bien suntuosos, enciclopedias de animales que más quisieran tener los mejores zoólogos, Cine Exin, Scalextric, Exin Castillo, el balón de reglamento de todos los años, equipaciones y botas de fútbol, bicicleta, coches dirigidos, colecciones inmensas de coches en miniatura, Madelmanes de postín, pero nunca apareció el dichoso garaje y en mis adentros miraba a Baltasar con el interrogante de la inocencia.
 
Con el tiempo yo fui Baltasar, intentando llevar la ilusión al extremo de aparición fantasmagórica y siempre con los "mejores" regalos y con la certeza que quienes recibían los regalos echaban en falta aquel garaje que nunca llegaba, esa sorpresa que hiciera palidecer motos eléctricas, el brillo de diamantes, la muñeca agotada de todos los años que tanto costaba encontrar, la consola con el videojuego imposible, el último móvil del mercado, pórtatiles o ipods... siempre veía en los ojos de la inocencia reflejado el brillo del garaje invisible.
 
Y no llega, ese garaje nunca aparece y sé que no podré ofrecerlo hasta que yo mismo sea capaz de tenerlo, algo le faltó y le falta a Baltasar para poder enseñar la ilusión plena, el gozo supremo de satisfacer deseos, lo más recónditos deseos. Le falta la ilusión de ver aparecer de la nada el garaje frente a sus ojos, tan brillante que palidezca todo alrededor, impregnarse de la magnificencia del deseo cumplido, para poder realizar a plena satisfacción su deber.
 
Tal vez, Gaspar, ese que dicen que salió de Huelva, se apiade de él y al despertar del reposo del duro trabajo nocturno, encuentre frente a sus ojos aquel garaje donde reparar las ilusiones ajenas.