viernes, 29 de marzo de 2019

Breve vida en una escarcela

                Desde la República de Malí, con la esperanza en la mirada enfocada a Europa y catorce años de subsistencia, tres mil kilómetros de peligros por delante desde la desesperación mísera y el único bagaje de su expediente escolar cosido en su oculta faltriquera a salvo de saqueadores, sin duda, desde su inocencia, la creía carta de presentación y pasaporte a la civilización.
 
                Frente a Libia acabó su sueño en el naufragio de la barcaza que le servía de alfombra voladora sobre el Mediterráneo en busca de la magia de la sociedad del bienestar, junto a otros mil embelesados que murieron ahogados sin saborear la utopía, la quimera de un tiempo mejor se inmovilizó con el vaivén del oleaje marino.

 
               El anónimo adolescente de excelentes notas en matemáticas y físicas ya no podrá utilizar el número π para demostrar que una circunferencia se puede representar como un polígono de infinitos lados ni aplicar la permeabilidad magnética del vacío a conseguir hacer realidad viajes cercanos a la velocidad de la luz; su pretendido salvoconducto quedó a salvo de piratas y el encontrarlo junto a su cuerpo solo sirvió para constatar que la posibilidad de que una mente privilegiada tuviera una oportunidad para mostrarse quedó para siempre sepultada bajo el mar, ese Mare Nostrum que acoge a ese Alium Corpus de propiedad anónima.

               Poco a poco, el estudio forense de aquellos cuerpos que en 2015 se esparcían flotando inertes frente a la antigua tierra de bereberes, consigue transformar a vacíos anónimos en intrahistorias anónimas que nos demuestran que los que intentan llegar a una vida mejor no son delincuentes per se, quizás sea esta sociedad de derechos y reivindicaciones, de vistas hacia el lado opuesto de la miseria, los que conviertan a un profesor universitario de matemáticas en un vendedor de pañuelos de papel en cualquier semáforo de cualquier cruce de cualquiera de nuestras opulentas ciudades.

               De unos 1.800 cuerpos rescatados, cincuenta han sido identificados y otros cien en proceso, Cristina Cattaneo, forense y antropóloga italiana intenta resucitar sus vidas en "Náufragos sin Rostros". Para reflexionar.

domingo, 24 de marzo de 2019

Tributo, homenaje o pacedura

                De repartir entre las tribus a vivir de lo repartido, sin crear más nada, como un ser político que solo ha sido político, un tributo, un impuesto, exprimir y vivir cuando es un fin en sí mismo y no un instrumento para engendrar el genio y el ingenio, una mera repetición de posturas y composturas, un copia y pega en la nada para ser algo sin ser uno mismo, un desierto artístico lleno de parodias ajenas en ajenos espejos que reflejan el vacío.
 
                El homenaje es otra cosa, es recordar lo mitificado para sacar la esencia propia, para crear, para decirle al mundo esto es lo que ofrezco desde lo que admiro y desde lo que siento, un envite que el público decidirá si es válido o no, un riesgo a la autoestima y a la crítica, pero eso es el arte, una apuesta desde el interior para transmitir los sentimientos que produce lo que otros crearon.

 
               No concibo un tributo sin la osadía de crear, como un punto y final del ejecutor instrumentista que no muestra más allá de lo que otros ya enseñaron de forma magistral. Hay que inventar y engendrar, no solo pacer.

               Esto no es una crítica destructiva a los músicos que son capaces de subir a un escenario y ofrecer música, aunque sea la de otros, porque admiro la capacidad de todo aquél que hace algo de lo que yo soy incapaz. Solo trato de ser constructivo, arriesgad, plasmad en negro sobre blanco aquello que lleváis dentro y dejad que el público decida si le gusta sin dejar de dar a conocer la música que os inspira, pero exhibiendo la vuestra a la vez.

               Y también un palazo a nosotros, los oyentes, los aficionados, que somos capaces de llenar una sala para ver un tributo a Triana pero incapaces de reunirnos más de veinte cuando esos mismos músicos, con sus mismas virtudes que cuando interpretan a Triana, nos ofrecen algo nuevo sin el reclamo y la etiqueta de Triana o Rock Andaluz.

               Quiero tributos que junto a los tributados nos den muestra de su valía creativa sin miedo a la exposición, el mismo músico es tocando un tema ya conocido e idolatrado que un tema que ha nacido de su esencia.

               Quiero desde el tributo una Rǝevolución musical, que no sea la interpretación Tan Solo por Esta Noche como Testigos del Tiempo, que Hasta el Día de Hoy el Sonido Andaluz de los tributos ha invertido a Triana... y en Triana.