sábado, 29 de noviembre de 2008

Retratos de posguerra y el estilismo realista


Ya se ha fallado el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, y ha recaído en la insigne figura de Juan Marsé, catalán de castellana pluma con la que plasma retablos de su infancia y juventud, recovecos de Guinardó, huyendo de personajes triunfadores en la posguerra franquista y retratando al marginado, “que culpa tengo yo de que la historia fuera triste”.

Autobiografía subyacente en su obra, la propia y la de su mundo barcelonés, recogida en títulos como “Últimas tardes con Teresa”, “Si te dicen que caí”, “La muchacha de las bragas de oro”, “El amante bilingüe” o “El embrujo de Shanghai” y en personajes como el stendhaliano Pijoaparte, aquel charnego, que hoy sería “un inmigrante del Magreb”, trepa social en lucha por colarse en la alta sociedad.

Este Raymond Poulidor de la literatura, tantas veces apostado a este premio, las mismas que omitido, por fin en este año lo ha conseguido, ya tardaba; él, capaz de renunciar a premiar la menos mala de las obras por no poder dejar desierto un premio (dimitió como jurado de los Premios Planeta en el año 2005) y proclamar que "Mi derecho a buscar y decir la verdad, mi verdad, está por encima del relumbrón y el festejo del mejor premio del mundo", consigue con esta distinción derrotar a su propia historia, de marginado a la alta sociedad, pero sin tretas arribistas.

El Premio Nobel espera impaciente su presencia.

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