sábado, 20 de junio de 2009

Pero… ¿quién te has creído que eres?


Tú, de acciones cobardes y vida rastrera, crees tener el poder de decidir quién vive y quién no; arrogándote el rol de salvador de ideas sin ideas te conviertes en esclavo del rostro oculto, de la vida oculta, sin ser capaz de razonar el más mínimo pensamiento, porque no posees raciocinio.

Tú, de mente lapa, crees tener la razón aunque eres incapaz de hacerte escuchar, gritas a ritmo de estallidos, la forma en que el mediocre se siente poderoso ante los que debaten con dialéctica, y si te diera por debatir, ya renegarás de lo que ahora empuñas de garganta para fuera, como muchos de los que te aplauden, porque dar la cara no entra dentro de la sinrazón.

Tú, de orgulloso “hijoputismo”, estarás gozoso de tus asesinatos por la espalda y tus servicios prestados a la causa sin causa, sentirás palmaditas en la espalda de los que, como tú, son incapaces de ir de frente y retozarás en el fango ejecutor preso de vuestros ideales sin ideas, ya que nunca la lucha por una voluntad estuvo tan cerca de la opresión dirigida, te crees libre, pero no eres más que un siervo de los palmeros.

Tú, de canguelo supino, sentirás el frío de la cadena en tus muñecas y cuando saquen a la luz tu faz inmunda, echaré de menos una mirada hacia la zona donde se juntan los perniles de tus pantalones para constatar que además de alimaña eres cobarde, viendo la humedad que te chorrea porque se te acaba tu buena vida de sicario.

Tú, escondido donde estés, ya no estarás seguro a cada paso que des, tu vida será un continuo mirar y remirar, de acojono receloso y en eco esquizofrénico escucharás de por vida… ¡¡¿Quién te has creído que eres?!!

Desde dentro y desde fuera oirás la respuesta: escoria…, escoria…, escoria…

Fotografía: Alfredo Aldai / EFE