Ya termina la campaña de las
sonrisas falsas y la falta de sonrisas, de las manos tendidas al sol y
apretones vanos, de muñequitos y monigotes de imperfecciones retocadas en
portadas, de programas llenos de morfologías barrocas y semántica plana con
promesas orientadas al incumplimiento sin sonrojo.
Ya mintieron las castas-masas a
los hombres-masas y se presume la mentira en los círculos, voceros de asambleas,
dispuestos a ser casta-masa, en aquellos ciutadans traducidos a conveniencia
para ser forales desde Andalucía por sí para España y Catalunya, patente el
engaño en la rosa del desierto a por nada y en la lucha contra sí mismo del
nacionalismo apátrida.
¿Qué nos queda? Dejar de ser
hombres-masas y empezar a hacer mayoría de la minoría excelente, boicotear el
sistema desde el sistema, que el sobre caiga vacío en la urna de erecciones,
vacío del capullo que se ve erecto, de la gaviota que prefiere el capullo erecto
por miedo a la flacidez de los privilegios, de la izquierda que se ofrece a frotar
el capullo erecto y de la que se ve frotándolo marcando los tiempos, vacío de los
que sueñan con el capoll erecte de la pela ajena para la pela propia, con los
demás que me salto ya iría el sobre lleno de vacío.
Reflexionemos, dejemos de ser
masas y exijamos poder elegir la
excelencia aunque ninguno seamos excelentes.
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